Hoy seguiremos hablando de las vacaciones.
En este caso del hotel y de la playa adaptada (ver fotos). El hotel era de la misma cadena que el del año anterior (CONFORTEL). Las
instalaciones del hotel eran bastante peores que las del año pasado.
La piscina era pequeña, no tenía socorrista y el asiento de la grúa estaba un poco roto, por lo cual solo la usé una vez. Por otro lado, cuando estabas dentro de la piscina, el agua te llegaba hasta el cuello con lo cual resultaba muy agobiante y dificultaba mi respiración. Teniendo en cuenta que yo no controlo muy bien la cabeza, en vez de relajarme, me producía agobio y sensación de miedo.
Por otra parte
los ascensores del hotel eran demasiado pequeños y la silla entraba muy justa. La rampa de acceso al hotel era demasiado empinada y al principio de la misma había un bordillo que complicaba el acceso, y la persona que me llevaba tenía que hacer bastante esfuerzo.
En el apartado positivo decir que la habitación adaptada era bastante espaciosa, con rampa para acceder a la terraza, el inodoro tenía un alza, y la cama era muy grande, y estaba a una altura que facilitaba mis traslados. En el baño también había una silla de ducha, que aunque era un poco baja al tener ruedas facilitaba el trabajo, eso si, el acceso a la
ducha tenía una barrera, y era un pequeño escalon en la entrada, eso afectaba a mi cabeza y a la persona que me trasladaba que tenía que realizar un mayor esfuerzo para meterme y sacarme de allí.
Una de las
mejores cosas del hotel, era su gran situación en primera línea, frente al paseo marítimo y a unos 300 metros de la
playa adaptada. De la que os hablaré a continuación.
La playa adaptada no está indicada por lo que mucha gente la descubre por casualidad. Nosotros nos informamos antes de ir y sabíamos de su existencia, pero al llegar allí tuvimos que investigar un poco para dar con ella.
Estaba cerca del hotel, pero al no estar debidamente señalizada complicaba su localización. ¿Qué tenía de especial esta playa?Encima de la arena se había puesto una especie de plataforma de madera que facilitaba moverse con la silla. Y en ese mismo sitio se habían puesto hamacas y sombrillas. Tenía su baño adaptado. Podías bañarte en una silla anfibia y para ello te ayudaban dos socorristas, en mi caso
Matías y Sara. Para darte un chapuzón en el mar, hablabas con los socorristas y te metían en el agua, se quedaban contigo o bien te dejaban en compañía de las personas con las que estuvieras, pero estaban pendientes de ti. Y como había más personas con movilidad reducida, compartías la silla y de esta forma otras personas con una situación parecida, podían disfrutar del mar al igual que tu.
El año pasado en
Conil el primero que llegaba se quedaba con la silla todo el tiempo que quería, lo cual es injusto.
Lo que esperaban los socorristas de Fuengirola era que les proporcionasen más sillas anfibias para poder dar un mejor servicio. También estaban esperando que desde el ayuntamiento les consiguieran una grúa para trasladar a las personas de su silla a la silla anfibia y viceversa. Me comentaron que
un Holandés se había comprometido a donarla. Seguramente el
ayuntamiento tardaría mucho tiempo en conceder esta ayuda, si es que lo pensanban hacer.
Por otra parte, hay que destacar que la playa estaba a cargo de una
asociación finlandesa de minusválidos. Sorprende que ninguna asociación española se haya querido hacer cargo de esta playa, quizá sea por desconocimiento o eso espero yo.
Otro factor positivo, es que el coste de las hamacas y sombrilla era gratuito para las personas con minusvalía, y los acompañantes pagaban 4 euros nada más.
El único problema que tuvimos es que hubo dos días con bastante oleaje lo que imposibilitó meterme en el agua, y claro me achicharraba de calor, menos mal que había una manguera que usaban para mojarme de vez en cuando.
El camino del hotel a la playa adaptada se podía hacer en parte por un carril bici que tenía el paseo marítimo que me hacía más cómodo el desplazamiento. De todas formas había cosas mejorables como los rebajes de los pasos de cebra que en algunos casos tenían un bordillo muy alto y hacían que mi cabeza rebotase y la persona que me empujaba con la silla tenía que hacer bastante esfuerzo. Sería recomendable que por todo el paseo marítimo hubiera un pavimento que estuviera adaptado a las sillas de ruedas, para evitar
el traqueteo continuo que a los que vamos en ellas nos provoca: contracturas, dolor de cuello, dolor de cabeza.., y esto sería aplicable a
cualquier acera de cualquier ciudad.