Lo peor para mi, era desplazarme con la silla porque el pavimento por muchos sitios, era de empedrado.
Después fuímos hasta CHINATOWN, donde encontramos un restaurante que tenía ascensor y eso permitió que pudiermos entrar con la silla y comer sin problemas. Estaba todo muy bueno y como siempre pedimos más de la cuenta. No es por nada pero el sitio estaba lleno de orientales, con lo cual eso debía ser buena señal.
Después vuelta al hotel, para descansar un poquito. Tocó pelearse con las aceras mal pavimentadas y algunas obras imprevistas que dificultaron nuestro paseo. Y depués de descansar, comenzamos una excursión en bus, para llegar a cenar a un ITALIANO donde nos esperaba nuestro amigo PAOLO (el marido de MANUELA) y allí degustamos buenos platos de pasta y el vino triunfó de nuevo con las chicas.
Durante la cena hubo risas, brindis, fotos, bromas... Y para volver como ya estabamos cansados cogimos un taxi.
Esa noche hubo alguna que fue irresitible tanto para hombres, como para mujeres. Y alguna otra que nos llevó a Trafalgar Square por equivocación, pero mereció la pena porque el lugar nos gustó mucho.
El domingo volvimos a probar los autobuses, esta vez nos colamos, jajaja. ¿quién iba a pensar que alguien en silla de ruedas se iba a colar? Pudimos ver el Big Ben, el Parlamento, la Abadia de Westminster y PICADILLI CIRCUS. Finalmente acabamos comiendo en un Brasileño que conocían PAOLO y MANUELA.
Y como mágico fin de fiesta subimos a la Noria que hay en la ribera del Támesis. Nos encanto la experiencia por las vistas que desde allí se divisaban. Por cierto, como diría una guía muy graciosa que tuvimos en LONDRES, los ingleses lo hacen todo al revés ya que a mi la entrada me salió un poco más barata, mientras que a mi acompañante le salió gratis.
Finalmente cierre de maletas, y al día siguiente vuelta a España. Y para variar complicaciones en los baños adaptados de LONDRES, que pudimos salvar gracias a mis NURIS. El vuelo se retrasó esta vez porque una rueda del tren de aterrizaje se había pinchado y hubo que cambiarla. Como nota positiva, podemos decir, que gracias a Isabel una compi de trabajo de Nuria, la tripulación de nuevo estuvo muy pendiente de nosotros.
Fue un viaje lleno de situaciones curiosas, divertidas, problemas que pudimos sortear o manejar, cansancio, emociones a flor de piel, alegría, abrazos intensos, risas, anecdotas para recordar, amigos especiales, comidas deliciosas, café del malo, y en definitiva otro reto más superado. Esperamos que el siguiente llegue pronto.