Hoy os voy a hablar de mi última revisión en el médico, la mayoría se centró en decidir en si comer por sonda mayoritariamente o seguir cenando y desayunando por boca.
El problema con la comida y los atragantamientos se han acentuado durante el último mes. En este periodo he descubierto que puedo abrir menos la boca, por lo que aumenta la posibilidad de atragantarme. Consultándolo con el médico me dijo que se podía deber a dos causas, la progresión de la enfermedad o que la última inyección de toxina en la mandíbula (para reducir la salivación) haya provocado, que el músculo de esa zona se ralentice. El efecto de la toxina dura, unos tres meses, cuando hayan pasado, descubriremos cuál es la causa real.
Aprovecho este tema para comentar lo complicado que es conseguir que tu centro de salud, te provea de todo el material que se necesita cuando se tiene una sonda gástrica: sistemas para comunicar el bote de alimento con la sonda y geringas. A nosotros entre unas cosas y otras nos ha llevado tres meses, aunque si comparamos esto con lo que tardan para otras cosas, no nos parece tanto tiempo. Pero lo cierto es que hemos tenido que ir al hospital varias veces para que nos facilitaran ese material, hasta que lo tuvieramos en nuestro centro de salud. Al final de todas formas, lo que realmente ha surtido efecto es el buen hacer de la enfermera del centro médico, que nos ha ayudado con estos trámites.
Para aquellos interesados en el tema de la sonda, nos comentaron que la primera suele durar unos 6 meses, y que los cambios suelen ser bastante sencillos. Se hacen en el día sin necesidad de ingresar.
A pesar de las recomendaciones médicas, sigo cenando por boca, eso si, cosas fáciles de tragar para mi: huevos rellenos, cremas, creps rellenas, pimientos rellenos, purés, etc...
Espero poder seguir disfrutando de la comida durante más tiempo.